domingo, 8 de marzo de 2009

“Dialogo entre el Sol y la Luna”

Sol: ¿La conoces?

Luna: Así es, muchas veces la he acompañado en sus noches de desvelo.

Sol: Yo no la he visto demasiado, al parecer aprecia más la luz que le otorgas tú.

Luna: No creo que sea eso. Si no que quizás ella en la noche puede encontrarle el verdadero significado a las cosas que tanto le cuesta entender y que son esas las que le perturban su mente.

Sol: Puede ser, pero me apena, ya que bajo mi luz ella luce tan viva, tan saludable, pero aun así debo reconocer que su rostro no siempre esta feliz.

Luna: Eso es porque ella se complica la vida, aun más de lo que es. Ella realmente no se acepta tal como es. Ella se somete a un juicio personal, donde debe enfrentar a su gran enemigo.

Sol: Lo sé, aquel enemigo es su reflejo.

Luna: Es una pena, pero ella es fuerte y no se deja dominar por él, aunque le cuesta, pero la mayoría de las veces sale victoriosa.

Sol: Sabes que tengo en mente.

Luna: ¿Qué cosa?

Sol: Busquémosle un compañero, o por último ayudémosle a encontrar uno.

Luna: Será difícil, pero esta bien.


“De este modo pasaron unos meses, el Sol y la Luna estaban agobiados ya que no le encontraban un compañero, pero no se daban por vencidos. Todo seguía igual, hasta que…”


Luna: ¡Sol! Mira, mira…

Sol: ¿Qué, qué, qué?

Luna: Ahí en aquella esquina.

Sol: ¡Wau! Apareció lo tenemos.

Luna: mmm… ¿Será el indicado?

Sol: Pero mira como le brillan los ojos a ella, yo creo que debemos darle una oportunidad, y dejar que ella haga las cosas bien esta vez, y que no cometa los mismos errores del pasado.

Luna: Sí, ella es otra ahora, y él es un completo desconocido.

Sol: Ya listo, creo que nuestro trabajo de celestinos puede resultar esta vez, pero dejémoselo ahora al tiempo.

Luna: mmm…el tiempo, nunca me ha dado buena espina el tiempo, como que se cree el muy muy acá, donde puede controlar los movimientos de cada uno…

Sol: Da lo mismo, este será un nuevo comienzo, una nueva partida que lleva el nombre de. . .

Luna: Silencio Sol, esta vez nadie se puede enterar.

Sol: Esta bien, le pediré ayuda al viento para que me ayude a soplar su nombre a los oídos de él, de ese modo él lo recordará siempre y comenzará a tener curiosidad, jajaja, soy un genio.

Luna: jajaja, sol por favor, dejemos que las cosas pasen porque tengan que pasar, creo que nosotros ya hicimos nuestro trabajo, ahora le toca a ella…

Sol: Sí, bueno.

Luna: Ahora sol nos vamos a tomar un juguito, ¿me acompañas?

Sol: Esta bien, vamos, dejémosla tranquila para que duerma y sueñe. . .

Luna: En un tiempo más volveremos, para ver como va todo.

Sol: Cierra tus ojos y no te compliques, ¡solo vive!


Continuará

1 comentario:

٩๏̯͡๏)۶ Ricardo (Zeta) dijo...

Empezó como todo formal y de ahí como que la luna y el sol tomaron confianza y hasta fueron a tomarse unos copetitos xD.

Son metíos los weones.

Historia de la sombra.

El primer sabor que recuerda fue zanahoria. El primer olor, un limon cortado por la mitad. Recuerda que lloro cuando descubrio la distancia. Y recuerda que una mañana ocurrio el descubrimiento de la sombra.aquella mañana, el vio lo que hasta entonces habia mirado sin ver: pegada a sus pies, yacia la sombra, mas larga que su cuerpo.camino, corrio. A donde el iba, fuera donde fuera, la persiguidora sombra iba con el.quiso sacarsela de encima. quiso pisarla, patearla, golpearla; pero la sombra, mas rapida que sus piernas y sus brazos, lo esquivaba siempre. quiso saltar sobre ella; pero ella se adelanto. Volviendose bruscamente, se la saco de adelante; pero ella reaparecio por detras. Se pego contra el tronco de un arbol, se acurruco contra la pared, se metio detras de la puerta. Donde el se perdia, la sombra lo encontraba.por fin, consiguio desprenderse. Pego un brinco, se echo en la hamaca y se separo de la sombra. Ella se quedo debajo de la red esperandolo. Después supo que las nubes, la noche y el mediodia suprimen a la sombra. Y supo que la sombra siempre vuelve, traida por el sol, como un anillo en busca del dedo o un abrigo viajando hacia el cuerpo. Y se acostumbro. Cuando el crecio, con el crecio su sombra. Y el tuvo miedo de quedarse sin ella. Y paso el tiempo. Y ahora, cuando se esta achicando, al cabo de los dias de su vida, tiene pena de morirse y dejarla sin el.
Las palabras andantes.
100 relatos breves, Eduardo Galeano.