jueves, 23 de abril de 2009

Duerme corazón duerme.


¡Duerme corazón duerme!

Que ya no hay porqué para estar en pie,

Cobíjate en aquel sueño omnipresente,

Lleno de ironías y utopías que ferozmente

Desaparecerán.


¡Duerme corazón duerme!

Descansa de esta tortura magnifica,

Cristales glaseados que no tienen forma,

Ni voluntad, desde el ocaso estremecen

Hasta lo más alto de la frialdad.


¡Duerme corazón duerme!

Y por hoy no vuelvas a despertar,

Ya es demasiada la decadencia

Que demuestra tu estar,

Corazón de escarlata tú reflejo encontrarás,

Y Cuando eso suceda te condesciendo despertar.

3 comentarios:

٩๏̯͡๏)۶ Ricardo (Zeta) dijo...

y se muró

@JICEcheverria88 dijo...

T_T bonito...

Anónimo dijo...

esta hermoso ale.
me gusto caleta, hace tiempo no te leía.
ojalá el corazon pudiese dormirse un rato y dejar de causar tantos estragos interinos... y despertarse solo en el momento que se necesitase.

Historia de la sombra.

El primer sabor que recuerda fue zanahoria. El primer olor, un limon cortado por la mitad. Recuerda que lloro cuando descubrio la distancia. Y recuerda que una mañana ocurrio el descubrimiento de la sombra.aquella mañana, el vio lo que hasta entonces habia mirado sin ver: pegada a sus pies, yacia la sombra, mas larga que su cuerpo.camino, corrio. A donde el iba, fuera donde fuera, la persiguidora sombra iba con el.quiso sacarsela de encima. quiso pisarla, patearla, golpearla; pero la sombra, mas rapida que sus piernas y sus brazos, lo esquivaba siempre. quiso saltar sobre ella; pero ella se adelanto. Volviendose bruscamente, se la saco de adelante; pero ella reaparecio por detras. Se pego contra el tronco de un arbol, se acurruco contra la pared, se metio detras de la puerta. Donde el se perdia, la sombra lo encontraba.por fin, consiguio desprenderse. Pego un brinco, se echo en la hamaca y se separo de la sombra. Ella se quedo debajo de la red esperandolo. Después supo que las nubes, la noche y el mediodia suprimen a la sombra. Y supo que la sombra siempre vuelve, traida por el sol, como un anillo en busca del dedo o un abrigo viajando hacia el cuerpo. Y se acostumbro. Cuando el crecio, con el crecio su sombra. Y el tuvo miedo de quedarse sin ella. Y paso el tiempo. Y ahora, cuando se esta achicando, al cabo de los dias de su vida, tiene pena de morirse y dejarla sin el.
Las palabras andantes.
100 relatos breves, Eduardo Galeano.