
Camino bajo un cielo estrellado, contando mis pasos no pienso en mirar atrás. . .Al mirar a los lados veo hermosos jardines de verdes prados, con un río de aguas cristalinas que sigue mi andar. . .De repente una luz cae a mis pies, me arroja con gran fuerza hacía atrás, yo muy asustada levanto mi cabeza y elevo mi mirada, una cegadora blanca luz no me deja ver, pero sin saber lo que es no tengo miedo. . .Lentamente me levanté, esta luz se disipó y vi un enorme corcel blanco, mágico, omnipotente que estaba junto a mí. . .Al mirarlo mas detenidamente me di cuenta que no es un corcel común y corriente, ya que me transmitía seguridad, paz, amor, tranquilidad de que todo estaría bien. . .Ya acompañada seguí mi viaje, miles de pensamientos se cruzaron en mi mente, y ahora realmente los comprendía todos, sabia lo que debía hacer, cómo reaccionar, cómo responder, ya no había duda alguna. . .Este místico viaje estaba llegando a su fin, cuando cada vez se acercaba el final, el miedo y el dolor comenzaron a resurgir. . .Me pregunte el porqué, y era porque me estaba acercando a lo mundano, estaba abandonando la magia, ya no creía en lo bello que es imaginar y soñar, lo estaba perdiendo. . .Por eso me detuve, no quería abandonar aquello y vivir en un mundo que no cree. . .Pero una fuerza extraña me empujó para seguir adelante, y me di cuenta, que no por vivir en un mundo que no cree, yo debía ser igual. . .Es por eso que seguí adelante y lo sigo haciendo, camino constantemente en un mundo que no cree, que ha perdido el misticismo que tenemos cada uno, el que se auto niega y no cree que las cosas pueden cambiar. . .A todas esas personas trato de enseñar y contagiar con mi imaginación y con mis sueños, para que recuerden aquel lugar mágico que habitó en cada uno de nosotros antes de pasar a esta irrealidad fantasiosa llamada mundo.